Capítulo 9:El regreso

Me dirigí a la habitación de Anaís y literalmente la secuestre. La cogí en brazos, se removió pero no abrió los ojos, se acurrucó más a mí. Teníamos que aprovechar que estaba amaneciendo, nadie nos vería y los vampiros ya se habían retirado.
-¿Donde vamos? -susurró con voz dormida.
-Shhh... sigue durmiendo.- Abrió los ojos de repente.
-¿Donde me lleváis? -instó.
-Lejos de ese maníaco, nadie podrá acerte daño. -pataleó como una niña pequeña.
-Suéltame, no me voy a ir de aquí.
-No me obligues a sacarte el collar, se buena ¿quieres?
-Damon bájame o voy a chillar. -Abrió la boca para cumplir su amenaza pero se la tapé con la mano. Me mordió fuertemente pero tan solo me hizo cosquillas. Llegamos al aeropuerto.
-¿Qué está haciendo? -me dijo un guardia.
-Nada. Llevenos al próximo avión que va a Estados Unidos. -El guardia cumplió mis órdenes. Y nos acompañó hasta el avión que salía en treinta minutos.
-¿Vas a estar calladita?-solté la mano de su boca y la bajé al suelo. Stefan nos siguió sin decir ni una sola palabra.
-No, déjame en paz. No quiero irme. Aquí está mi vida. -la agarré de las muñecas contra una pared y me acerqué a su cara. Tragó saliva y se calló al instante.
-No quieras verme enfadado. Pórtate bien.
Su cuerpo reaccionó a mis palabras con un débil temblor. No quería asustarla pero debía hacerlo para que dejara de comportarse así.
Durante el viaje no dijo nada, se limitó a llorar hasta que el sueño venció el llanto. Stefan estaba sentado detrás.
Al fin llegamos a EEUU, cogimos un taxi hasta Fell's Church. Había preferido robar un buen coche pero el bueno de mi hermano no lo permitió. Cuandó comencé a ver las casas de Fell's Church, un mal pesentimiento no paraba de rondarme en la cabeza. Llegamos a la casa de huéspedes. Un coche estaba estacionado a fuera. Stefan corrió a dentro, deseoso de ver a su querida Elena. Entré con Anaís cogida del brazo. Me estaban esperando en la sala. Stefan besaba asquerosamente a Elena, también se encontraban la bruja y el chico, Matt.
-Damon. -susurró Elena en cuanto me vió. Hizo ademán en acercarse a mí, pero en un gesto rápido puse a Anaís entre los dos. Les dediqué una sonrisa torcida a todos.
-Cuidad de ella, ahora vengo.
Anaís me miró perpleja, como un perrito cuando es abandonado. Pero no dijo nada. Antes de irme pude observar como Matt se acercaba a agarrarla.
Salí de allí con mil y una emociones nuevas. Me sentía inquieto. Nervioso. Tenía que alimentarme. Corrí hasta el pueblo más cercano hasta que encontré a la victima perfecta. Una mujer de unos cuarenta años, me alimente lo suficiente sin acabar con su vida.
Volví dispuesto a enfrentarme a los fantasmas del pasado. Elena se parecía tanto a Katherine que me enloquecía. Me despertaba millones de sentimientos, sobretodo de rencor. Pero ella no era Katherine y quería a Stefan, nunca nos usó como la otra. Tardé poco en llegar, el coche ya no se encontraba. Elena y Stefan estaban abrazados delante del fuego a tierra.
-¿Donde está?
-Durmiendo en la habitación de la derecha. -respondió Stefan sin mirarme.
Fuí hasta allí y la vi dormida profundamente. Le aparté un mechón de cabello de la cara y suspiró. Me gustaría que alguien suspirara así por mí. La observé un instante y sonreí. Era tan fácil lastimarla aunque parecía una chica dura. Realmente me caía demasiado bien. Me sentí observado y volteé a ver. Elena.
-¿Que te pasa Damon con esta chica? -ahora se preocupaba por mí, que ironía.
-Nada.
-¿Y por qué no le has hecho nada? No sueles actuar de ese modo.
-Me salvó la vida, es lo menos que puedo hacer por ella, ponerla a salvo y cuando encuentre al desgraciado que me está siguiendo ya no le deberé nada. -contesté cortante.
-Sabía que había un corazón ahí. -señaló mi corazón.
-No lo hay.
-Cariño mira que tengo... -Stefan interrumpió la charla y Elena se fue en su busca.
Decidí también dormir un rato.