Capítulo 31: Ballesta

Sólo podía rozar su mano, ni siquiera me quedaban fuerzas para apretarla.
El dolor invadía todo mi cuerpo, pero no iba a dejar de luchar.
No permitiría que la lastimasen. Pude observar como unos pies se acercaban a ella. Mi cuerpo era tan pesado que no podía levantar la cabeza para ver quien era.
Lo reconocí cuando se agacho hasta su cara y la besó.
Una llamarada de odio recorrió mi cuerpo al ver al desgraciado que me había jodido una vez, cuando la conocí. Que la había raptado cuando era una frágil humana.
-Suéltala o vas a lamentarlo. -lo amenacé. Sonrió.
-¿Tu crees? Estaba esperando el momento oportuno. Antes sólo quería beber su sangre hasta que quedara seca pero ahora... -dejó la frase sin terminar.
-¿Ahora que? -retó Anaís sin dejar de mirarme.
-Te quiero para mí preciosa. -volvió a besarla, esta vez en la boca.
El odio se apoderó de mi cuerpo y pude reaccionar agarrando al tipo por el cuello, pero era débil y me separó de un empujón. Caí al suelo golpeándome fuertemente la espalda.
-Pero tranquilo, antes terminaré con tu vida. -comenzó a reir.
En un abrir y cerrar de ojos lo tenía encima de mí, ahorcándome.
Intenté zafarme de sus manos pero estaba débil y él era más fuerte. Lentamente se fue acercando a mi yugular hasta que al fin sus colmillos desgarraron mi dura piel. El dolor fue insoportable. El grito ahogado anteriormente salió desgarrando mi garganta.
Los vampiros no mordíamos a otros, tan solo si tenían una relación de amor, o para humillar al otro mostrándole lo poderoso que llegabas a ser y conociendo todos sus miedos. Seguramente se percató que lo que más temía era no poder protegerla y perderla nuevamente.
Algo captó su atención. Me liberó de sus garras. Perdiendo así todas las fuerzas que me quedaban.
Delante de Anaís se encontraba Jason, le había lanzado una estaca pero había fallado.
Acaba con él Jason, pensé.
El vampiro se iba acercando a ellos lentamente con una sonrisa en los labios.
-Un pequeño aperitivo. -susurró.
Jason se tensó y preparó la ballesta.
-Esta vez voy a terminar contigo sanguijuela. -le gritó.
Me sentía inútil, quería matarlo yo con mis propias manos pero no podía moverme.
Jason dio unos pasos al frente hasta quedar a un metro del vampiro. Era un chico valiente tenía que reconocer.
Observé a Anaís. No dejaba de mirar a Jason, le imploraba que regresara a su lado.
Cada vez la tensión era más insoportable, las ganas de acabar con aquel desgraciado se apoderaban de mí y no me dejaban de atormentar.
Vi como Jason preparaba la ballesta amenazando a su contrincante, que desgraciadamente debía de ser mío. Intenté acercarme a ellos, a Anaís, pero sólo logre arrastrarme unos metros por el suelo.
El vampiro agarró la ballesta de Jason con las manos. Fue muy rápido, ni siquiera mis habilidades me permitieron verlo con claridad.
Forzejearon con la ballesta, sabía que Jason no era lo suficientemente fuerte para ganarlo, pero quizás si disparaba lograba alcanzarle en el corazón. Jason pensó lo mismo que yo y sonó el disparo de la ballesta.
Todo quedó en silencio. Los dos de pie, mirándose a los ojos.

-¡JASON NO!!! -gritó Anaís.




Es cortito pero deseo que les guste. Besos