Gracias a L.J Smith por crear a nuestro vampiro más sexy y rebelde...

2- Castigo


POV AISHA

Me escondí en la cocina cuando llegó mi padre. Estaba furioso y comenzó a discutir con mi madre sobre mí. Era la hija pequeña de cuatro hermanos. Mi hermana mayor hacía cinco años se había casado, después estaban mis hermanos mellizos y yo. Acababa de cumplir 18 años y mis padres estaban planeando mi matrimonio.
Era tan injusto eso de casarse con un desconocido. Tenía que convertirme en la sirvienta de un hombre que ni siquiera conocía, eso no era amor. Amor, una palabra inalcanzable para una chica como yo. Amor era lo que me mostraba a escondidas mi hermana en sus novelas. Sonreí. Eso no podía ocurrirme a mí.
-Aisha ven aquí. -me temblaron las piernas.
Salí de mi escondite y me dirigí a la sala de recepción.
-¿Tu piensas que una señorita tiene que ir así por casa? -me gritó.
-¿Como?
-Con estas pintas de mujer barata. Si llego a venir con alguien que van a pensar de ti.
-No me importa, a mi me gusta vestir así.
Me había puesto una falda de pedrería con un pequeño jersey a juego enseñando la barriga. Quería aprender a bailar la danza del vientre. Ese traje me lo trajo mi hermana de su luna de miel en Turquia.
Mi padre era uno de los Jeques de Iraq y mi hermana se caso con un primo de mi padre. Eramos una de las familias mas poderosas de la zona y yo era el tesoro de mi padre, segun el.
-No me hables asi. Respeta y baja la mirada cuando te hable. Preparate con tu madre para ir a comprar algo bonito. Tendras visita pronto se de tu futuro esposo.
-Pero padre yo no quiero casarme aun.
-Vas a hacer lo que yo te diga. Ala lleva a mi hija por el buen camino. -levanto las manos hacia el cielo.
Me fui enfadada a mi habitacion. Entro mi madre.
-Cambiate de ropa Aisha, vamos a comprar para que tu futuro esposo te vea bonita.
-No me voy a casar madre con un desconocido. Eso no es lo que quiere mi dios.
Me pego una bofetadda y salio golpeando fuertemente la puerta. Las lagrimas de impotencia comenzaron a hacer su aparicion por mis ojos. Despues de unos segundos entro mi padre y me agarro del brazo.
-No vuelvas a insultar a Ala. Gracias a el lo tenemos todo y no nos falta nada. Vas a pagar lo que has dicho.
Entro Fatima, una de las mejores sirvientas y me puso una tunica gris perla. Ahora tan solo mostraba mis ojos. Segun mi padre eran los ojos del pecado. Salimos de la casa.

-Fatima donde vamos. -susurre.
-Silencio.

Llegamos a uno de los hospitales de Bagdad. No sabia para que me habia traido alli, pero pronto lo descubriria. El hospital estaba lleno de heridos. La piel se me erizo al ver toda esa gente tuumbada en los pasillos, unos encima de otros.
-Este es el castigo que quiere tu padre. Tienes que ayudar a la gente para valorar lo que Ala nos da cada dia.

Se fue sin mas. No sabia que hacer alli sola con toda esa gente. Comence ayudando a algun anciano que veia e intentando seguir a los medicos.
-¿Qué haces aquí? -preguntó un doctor.
-Mi padre me ha castigado, soy la hija del Jeque. -dije con la cabeza gacha.
-Está bien, coge vendas y gasas y empieza a curar a los heridos.

Le hice caso y fui a ver quien necesitaba mi ayuda. De repente un soldado gritaba con un niño en brazos. Me acerqué a ellos y cuando vi el ojo del niño las náuseas se apoderaron de mí. Apreté fuerte la mandíbula e intenté curarlo y tranquilizarlo con palabras bonitas.
El soldado no me sacaba los ojos de encima, mi pulso latía acelerado. Nunca un hombre se había atrevido a mirarme así.
No se como sucedió pero mis ojos se encontraron con sus hermosos ojos. Un temblor recorrió mi cuerpo y cerré los ojos fuertemente.
-¿Estás bien? -me acarició el brazo. Me habló en ingles, por suerte sabía el idioma. El roce de su piel me tensó más y tuve que apartarme.
-Lo siento no puedo mirar a un hombre a los ojos. -Era de mala educación según mis costumbres.
-¿Porque no? -tenía que irme y me alejé de allí aunque mi cuerpo pedía a gritos que siguiera a su lado.
-Dime tu nombre.
-Aisha. -no se porque lo dije, pero me atreví a ver sus ojos una vez más.
Corrí por los pasillos hasta llegar al baño. Me intoduje en él y me apoyé en una pared.
Porque la vida me castigaba de esa forma. Deseaba verlo de nuevo. No podía sacar su bello rostro de mi mente. No quería olvidarlo. Mi corazón se estremecía cada vez que recordaba el roce de su piel.
Llegó la hora de irme para casa. Al salir por la puerta del hospital divisé unos soldados. Mi corazón galopó violentamente. Fátima me agarró del brazo. El chófer de mi padre estaba en la puerta. Subí al coche y deseando que nadie se percatara bajé la ventanilla hasta la altura de mis ojos.
Cuando mis ojos se encontraron nuevamente con los suyos supe que quería verlo de nuevo. Quería sentir el roce de su piel nuevamente. Quería vivir el amor de esas novelas románticas que pensaba que no sucedería. Él se quedó petrificado en la calle observando como me alejaban de su lado.




Perdonad por las faltas, en una ocasión se me ha estropeado el ordenador y todo iba al revés. Deseo les guste. Besos.

2 comentarios:

  1. Odio los matrimonios de conveniencia! Quienes lo practican lo respeto y tal, pero es una injusticia.
    Espero el siguiente Luna! :) He publicado nueva entrada, pásate!
    Shadow

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  2. quiero saber que pasa despues!!!!!! jaja

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